sábado, 15 de diciembre de 2007

Hachiko

-"Que frío hace aquí". Eso fue lo primero que pensó Hachiko al bajarse del coche en el que le había traído su familia a dar un paseo. Hachiko estaba visiblemente emocionado su familia no acostumbraba a sacarle de paseo en los meses que llevaba viviendo con ellos.
Había pasado el tiempo tan rápido, al principio, recordaba Hachiko con melancolía, todo eran atenciones para el pero poco a poco esas atenciones fueron disminuyendo hasta el punto que pasó de dormir en la habitación de su pequeño amo al exilio de una fría azotea a batirse como buenamente podía con los elementos.
Pero eso ya era historia. !hoy sus amos lo sacaban de paseo! HAchiko estaba emocionado no dejaba de menar el rabo mientras bajaba y miraba a sus dueños a la espera de que le acompañaran en su carrera. Pero eso no pasó. Sus amos se marcharon, Hachiko pensó que enseguida regresarían, que se darían cuenta de que no estaba y volvería a por él.
Desgraciadamente el tiempo pasó y sus amos no regresaron, hachiko se sintió solo, perdido y con miedo... y con hambre, un día rebuscando en un cubo de basura en busca de comida un compañero suyo que se creía en propiedad del cubo y quiso dejárselo bien claro. Hachiko quedó tirado medio muerto sin fuerzas para abrir los ojos, en el fondo pensó que sería lo mejor así que simplemente esperó que llegara el momento.

Pero, un momento, ¿por que sentía sus fuerzas volver?. Un viejo profesor al verlo en ese estado le recogió y le ayudó, y lo que es mejor decidió adoptarlo. En ese momento la vida de Hachiko cambió, ya no había golpes, ni voces, ni frío, ni hambre.
Todas las mañanas acompañaba a su amo hasta la vieja estación y delante de la estación se quedaba mirando, esperando, muy quieto prácticamente inmóvil hasta que su amo regresaba. La gente le conocía y le saludaba en parte era la mascota de todos y por todos era querido.
Un día como cualquier otro Hachiko se levantó y salió a la calle acompañado de su amo tan feliz como siempre por el solo echo de poder pasear a su lado. Le acompaño hasta la estación y ahí le lamió la mano como siempre hacía en señal de despedida. Y se dispuso a esperar... mientras tanto al viejo profesor enfermo desde hace tiempo, le dió un ataque al corazón que terminó con su vida. Cuando las noticias llegaron a los vecinos del anciano profesor estos trataron de convencer a Hachiko, que aún permanecía inmóvil esperando a su amo, de que se marchara a sus casas pues pretendía adoptarle. Pero Hachiko, sin un mal gesto, ni se movía un centímetro del lugar donde estaba. Y así igual al día siguiente y el otro y el otro... y pasaron las semanas los meses los años. La gente trataba a Hachiko como si fuera suyo le traían comida, conmovidos por tal gesto de lealtad e incluso juntaron un poco de dinero con el que hacer una estatua en sentido homenaje al que llamaban "el perro de todos".
Y Hachiko siguió esperando a poder lamer la mano de su dueño movido por una fidelidad y una promesa más allá de cualquier entendimiento.
Hasta que un día un vecino al ir a acariciar a Hachiko le descubrió aún mas inmóvil que de costumbre. Hachiko había muerto al pie de su estatua esperando a ese dueño que nunca llegaría porque su dueño le estaba esperando a él en otro lugar...



Aquellos que creáis que esto es sólo un cuento os invito a que, si algún día viajáis a Japón, os paséis por la estación de Shibuya y saludéis a Hachiko ya que ahí está su estatua en el mismo punto donde esperaba cada día a su dueño esperando a que vuelva...
Todos tenemos que aprender un poco de Hachiko.

(Si queréis saber la "verdadera" historia pasaros por este enlace: La verdadera historia de Hachiko)